¿Quien decide qué?

La gente normal ve los telediarios. Yo no. Yo soy un tipo raro que es incapaz de aguantar un telenoticias entero (de cualquier cadena) sin acabar cabreado como una mona y lanzando espumarajos ante tal espectáculo de manipulación informativa.

¿Quién decide qué es noticia y qué no lo es? ¿Quién decide el orden de importancia de las noticias? ¿Quién secuencia las noticias para que justo despues de las imágenes de la llegada de una patera aparezca la noticia de un delincuente inmigrante? ¿Quién entre miles de imágenes de cualquier país árabe siempre decide emitir la de los cuatro gilipollas que queman banderas yankys? ¿Quién impide un verdadero debate sobre la monarquía en este país? ¿Quién decide que debemos pensar?

Pues supongo que los mismos que han silenciado esta noticia y en cambio están cada día enseñándonos imágenes de los destrozos causados por la kale-borroka. ¿Por qué en este país de mierda la violencia de la ultraderecha no aparece en las portadas de los medios de comunicación? ¿Ya no venden los grupos neo-nazis o es que a alguien le interesa que existan? Da la impresión que la España del blanco y negro ha despertado de su letargo de 25 años y vuelve con energías renovadas.

Los que tuvimos la suerte de vivir los 80' pudimos disfrutar de unas libertades y de un ambiente aperturista impensable hoy en día. Es cierto que han desaparecido aquellos tratados de moralidad y buenas costumbres del franquismo, pero sus defensores siguen dando guerra. Ahora prefieren esconderse tras campañas publicitarias (pagadas con dinéro público) de lemas del estilo "Si no lo haces por tí hazlo por los que te quieren".

Son anuncios que lo mismo valen para una campaña de tráfico, anti-tabaco, anti-sida, o a favor de la "dieta mediterránea" (¿se come lo mismo en Montpellier que en Tetuán?). Y es que lo importante en estas campañas no es el objeto de la campaña sino el sujeto a quién van dirigidas. Porque no pretendem transmitir un mensaje sino simplemente acojonar al personal para hacernos más manipulables.

Yo tengo muy claro que nadie va a decidir sobre mi vida. Y menos unos gobernantes cinquentones que pretenden recortar a los demás los placeres que a ellos les niegan sus médicos, sus mujeres, o su propia cobardía. ¡Qué se mueran de una vez y nos dejen a los demás vivir en paz!
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